Pablo Castillo
Galería el cubo
Permanencia: 31 de Octubre
Martes a domingo, de 10:00 a 18:00h

La estética de Pablo Castillo escapa de definiciones puntuales; atraviesa ecos del cyberpunk, de la ciencia ficción y de los gabinetes de curiosidades, pero nunca de manera derivativa. Quizá porque el interés del artista no radica en la explicación de sus obras sino en la posibilidad del juego imaginativo a partir de sus piezas. En ellas, el tiempo y la atención se vuelven herramientas fundamentales. En este sentido, el quehacer artístico de Castillo guarda una profunda sensibilidad respecto a la construcción de los habitantes de su universo creativo: ningún componente en su obra es arbitrario sino que cada elemento, cada material, cada gesto, ocupa un lugar preciso dentro de un mundo construido con precisión. En este universo, los residentes –humanoides, criaturas, animales– son cuerpos con historias latentes por descubrir. Castillo trabaja con materiales que provienen de otros mundos: autopartes, plásticos, juguetes. Objetos ajenos, en apariencia, al arte, pero que en sus manos cobran una nueva vida. Al ensamblarlos, el artista los dota de una lógica interna que escapa del caos y que encuentra sentido a través de la pulsión creativa. Si bien el encuentro inmediato con estas esculturas puede ser un poco desconcertante, basta con detenerse frente a ellas para descubrir que hay muchas capas ocultas, microhistorias escondidas en los pliegues y ensamblajes. Estas obras nos hablan del asombro en el arte, así como de lo lúdico y las narraciones abiertas: podemos imaginar lo que hay dentro de cada escultura con la misma intensidad con la que proyectaremos las historias en donde estas criaturas son protagonistas. Por otra parte, las posiciones de estos seres asemejan un llamado en pausa, como si formaran parte de un relato más amplio y dé la casualidad, y causalidad, de haberse detenido en este preciso momento que puede parecer un lamento previo a la liberación. Junto a estas figuras humanoides, habitan también otros personajes: una avispa, una polilla y arañas. A diferencia de las primeras, estas criaturas no parecen detenerse; por el contrario, se entregan plenamente al presente. Lo que las une es un diálogo constante entre el material y la forma, entre lo que fueron y lo que ahora son en una síntesis de gestos. ¿Cómo puede un objeto metálico transmitir dolor, vulnerabilidad o deseo? La obra de Pablo Castillo es profundamente humana, no por lo que representa, sino por lo que comunica. El título de la exposición Ludum et tempus, toma del latín las palabras “juego” y “tiempo” en alusión a estos dos temas que, constantemente, atraviesan su obra y que, con suerte, nos alcanzarán a nosotrxs también. Esta exposición es un pretexto para procurar el descubrimiento y la sorpresa: detrás de la impecable formulación de las obras, hay declaraciones sensibles sobre la condición humana.










